QUIET
En esta entrada os daré mi opinión sobre
de uno de los libros que a día de hoy más me ha cautivado “Quiet” de Màrius
Serra.
Sus páginas, relatan la historia de una familia que pese a sus dificultades enseñan que todo se puede superar y que valoran cada minuto de la vida como si fuera el último, además, aprenden a apreciar y disfrutar lo bueno de la vida.
Aunque la vida a veces tenga cosas malas, debemos ver su lado positivo y disfrutar de ella. Yo pienso, que la vida es un maravilloso tesoro que hay que saber valorar al máximo, aunque no todo sea color de rosa.
Sus páginas, relatan la historia de una familia que pese a sus dificultades enseñan que todo se puede superar y que valoran cada minuto de la vida como si fuera el último, además, aprenden a apreciar y disfrutar lo bueno de la vida.
Aunque la vida a veces tenga cosas malas, debemos ver su lado positivo y disfrutar de ella. Yo pienso, que la vida es un maravilloso tesoro que hay que saber valorar al máximo, aunque no todo sea color de rosa.
Los protagonistas de esta novela narrativa son una pareja y sus
dos hijos. Uno de ellos se llama Llullu, él tiene un 85% de discapacidad y una
parálisis cerebral que le impide realizar movimientos, pero, ellos no piensan
cambiar su modo de vida dado que les gusta mucho viajar. Así, traspasan las
barreras que cualquier familia en su misma situación tiene. En definitiva, son
un modelo a seguir para todos ya que me han abierto los ojos haciéndome reflexionar en cada página y ello
es necesario dado que en esta sociedad aun no entendemos que es lo realmente importante.
Cuando el pequeño tenía cinco meses
sufrió un ataque epiléptico que le desarrollo una encefalopatía, desde esta
fecha el pequeño no para de ser ingresado
por sus ataques y su enfermedad poco común. A lo largo de todos sus ingresos
los padres siempre intentan ver el lado positivo agotando hasta la última
posibilidad. Es increíble la fuerza que desprende esta familia que afronta los
sucesos desde una perspectiva admirable.
En uno de sus viajes se paran en un restaurante de carretera y un campesino le pide permiso al padre para poder rezar por el niño. Entonces ellos aceptan y justo en ese preciso momento a el pequeño le da un ataque de epilepsia pero de repente se para. Continuando con su viaje el padre empieza a hablar con fluidez a su hijo, como si él pudiera responderle. De esta forma normalizan la situación de toda la familia dado que participan con el pequeño hablándole como uno más sin diferencias.
Desde mi punto de vista, en momentos
críticos las personas se aferran a las creencias incondicionalmente pero esta
familia es crítica y no se ciega por ninguna religión o creencia dado que la
más fuerte es la energía que les da su propio hijo.
Pero ellos son realistas y no pueden
imaginarse que algún día su hijo saldrá con sus amigos, cantará o bailará.
Además, empiezan a acostumbrarse a responder por el niño y a plantearse que quizás llega un día en donde
el pequeño tenga que irse a una residencia.
Que ellos se planteen esta posibilidad
es comprensible, pero la postura que adoptan es la de intentar darle al pequeño
y a su hija un vida lo más corriente posible viajando y haciendo en todo
momento lo que más les apetece. Reflexionando sobre esta medida, me doy cuenta
que es la mejor y no solo para los niños sino también para los propios padres
dado que les hace estar más unidos y no observar las necesidades como
obstáculos sino como metas.
El padre empieza a comunicarse con el
pequeño a través de la piel y cada vez se siente más orgulloso de su hijo, de
los psicólogos y de los cuidadores que les brindan su ayuda. En definitiva, esta
familia se vuelca totalmente con el pequeño intentan buscar una solución con
medicina natural y tradicional porque ningún médico les ha sabido decir el porqué
de las crisis de su hijo, describiéndolo así como un niño normal.
En nuestra futura docencia nos encontraremos
con niños con NEE, que no están diagnosticados y poder transmitir los valores reales
y la importancia de una innegable inclusión les dará fuerza e ilusión.
Además, a lo largo de todos sus viajes
se encuentran a personas que les
intentan ayudar, barreras arquitectónicas que les dificultan el paso y ambientes
o tratos diferentes en los hospitales, parques o restaurantes que les hacen
reflexionar.
Me preocupa el espantoso abuso y
discriminación que sufren tanto las niñas como los niños discapacitados siendo
por lo general invisibles, ignorados y pienso que es inadmisible. Todos tenemos que luchar para que esto
cambie, dado que todos nos podemos encontrar con una situación similar y no nos
gustaría que nos tratasen así.
A los protagonistas del relato, vivir todas
estas situaciones les hace darse cuenta que antes había cosas que le amargaban
la existencia y ahora ya no, puesto que el niño es su fuente de energía, es
decir, les da fuerza en todo momento. Una actitud positiva es una de las
herramientas más valiosas que tenemos para tratar los problemas y siempre hay
que buscar el lado positivo de cualquier cosa que ocurra.
Actualmente, no se actúa tan
irracionalmente como hace unos años pero continúan muchos prejuicios y
creencias, que sin duda tienen que ver con los sentimientos de culpa que los
padres sienten frente a los niños con NEE además dichos pueden inundar la mente
y el corazón. Pero, identificarse con los sentimientos o la realidad hace
darnos cuenta que no estamos solos y que hay un largo camino que construir.
Esta familia ha hecho un proceso de
elaboración de la enfermedad con la comprensión de la misma culminando con la
aceptación de las posibilidades que el niño tendrá sin aceptar la compasión de
su entorno. Asimismo, también es importante mantener el contacto con la realidad,
reconociendo que hay algunas cosas que nosotros podemos cambiar y otras cosas
que nosotros no podemos cambiar.
Para concluir, pienso que la tarea que
como futura docente será la de aprender cuáles cosas podre cambiar
y entonces dedicarme a ellas transmitiéndoselo a las familias, para que así la
sociedad se vuelva más empática y consecuente. Del mismo modo, no tendremos que llamar a los niños discapacitados dado que las barreras nos las ponemos nosotros mismos.
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